sábado, 22 de octubre de 2011

UNIDAD III: Freud-Lacan-Bolwby-Spitz (Desarrollo I)


FREUD.
II. La sexualidad infantil.
El descuido de lo infantil: Las manifestaciones sexuales de la infancia nos revelarían probablemente los rasgos esenciales de la pulsión sexual. La influencia de la infancia es más fácil de comprender y tendría títulos para ser considerada antes que la de la herencia. La existencia de una pulsión sexual en la infancia posee el carácter de una ley.

Amnesia infantil: En la mayoría de los seres humanos cubre los primeros años de su infancia hasta el sexto u octavo año de vida. En esos años reaccionábamos con vivacidad frente a las impresiones. En ningún otro periodo de la vida la capacidad de reproducción y de recepción es mayor. Esas impresiones que olvidamos dejan no obstante las más profundas huellas en nuestra vida anímica y pasan a ser determinantes para todo nuestro desarrollo posterior. Puede tratarse de una amnesia semejante a la observada en los neuróticos frente a vivencias posteriores y cuya esencia consiste en un mero apartamiento de la conciencia (represión).La existencia de la amnesia infantil proporciona otro punto de comparación entre el estado anímico del niño y el del psiconeurotico: la formula de la sexualidad de los psiconeuroticos conserva el estado infantil o es remitida a él. Sin amnesia infantil podríamos decir que no habría amnesia histérica. La amnesia infantil oculta la prehistoria y los comienzos de la vida sexual del individuo y es la culpable de que no se de valor al periodo infantil en el desarrollo de la vida sexual.

1) El periodo de latencia sexual de la infancia y sus rupturas.
Parece seguro que el neonato trae consigo gérmenes de mociones sexuales que siguen desarrollándose durante cierto lapso, pero después sufren una progresiva sofocación; ésta, a su vez puede ser quebrada por oleadas regulares de avance del desarrollo sexual o suspendida por peculiaridades individuales. Parece empero que casi siempre hacia el tercer o cuarto año de vida del niño su sexualidad se expresa en una forma asequible a la observación.

Las inhibiciones sexuales: durante el periodo de latencia se edifican los poderes anímicos que más tarde se presentaran como inhibiciones en el camino de la pulsión sexual y angostaran su curso a la manera de unos diques (el asco, la vergüenza).Este desarrollo es de condicionamiento orgánico, fijado hereditariamente, y llegado el caso puede producirse sin ninguna ayuda de la educación.

Formación reactiva y sublimación: Las construcciones importantes para la cultura personal y la normalidad posterior del individuo se ejecutan a expensas de las mociones sexuales infantiles mismas, cuyo aflujo no ha cesado pero cuya energía es desviada del uso sexual y aplicada a otros fines (sublimación). Este proceso se inicia con el periodo de latencia sexual. Las mociones sexuales de estos años serian inaplicables pues las funciones de la reproducción están diferidas, lo cual constituye el carácter principal del periodo de latencia, pero por otra parte serian en si perversas, partirían de zonas erógenas y se sustentarían en pulsiones que dada la dirección del desarrollo del individuo solo provocarían sensaciones de displacer. Suscitan fuerzas anímicas contrarias que construyen para la eficaz sofocación de ese displacer los mencionados diques psíquicos: asco, vergüenza y moral.

Rupturas del periodo de latencia: el empleo de la sexualidad infantil constituye un ideal pedagógico del cual el desarrollo del individuo se aparta casi siempre. Con el tiempo, irrumpe un bloque de exteriorización sexual que se ha sustraído a la sublimación, o cierta práctica sexual se conserva durante todo el periodo de latencia hasta el estallido reforzado de la pulsión sexual en la pubertad. Los educadores opinan lo mismo con respecto a la formación de los poderes de defensa morales a expensas de la sexualidad.

2) Las exteriorizaciones de la sexualidad infantil.
El chupeteo: modelo de las exteriorizaciones sexuales infantiles. El mamar con fruición o chupeteo consiste en un contacto de succión con la boca(los labios) repetido rítmicamente que no tiene por fin la nutrición. Cautiva por entero la atención  y lleva al adormecimiento o incluso a una reacción motriz en una suerte de orgasmo. No es raro que se combine con el frotamiento de ciertos lugares sensibles del cuerpo como el pecho o los genitales externos. Muchos niños pasan del chupeteo a la masturbación. Es equiparado a otras malas costumbres sexuales del niño.

Autoerotismo: la pulsión cuando se satisface en el cuerpo propio se considera auto erótica. La acción del niño chupeteador se rige por la búsqueda de un placer ya vivenciado y ahora recordado. En su primera actividad, el mamar de pecho materno, los labios del niño se comportaron como una zona erógena y la estimulación por el cálido aflujo de leche fue la causa de la sensación placentera. Al comienzo la satisfacción de la zona erógena se asocio con la satisfacción de la necesidad de alimentarse (el placer sexual se apuntala primero en una función de conservación y más tarde se independiza de ella). La necesidad de repetir la satisfacción sexual se divorcia entonces de la necesidad de buscar alimento al aparecer los dientes. El niño prefiere una parte de su propia piel porque así se independiza de mundo exterior (objeto de segundo valor). Llegan a chupetear aquellos en quienes esta constitucionalmente reforzado el valor erógeno de los labios. Si sobreviene la represión siendo la zona labial un campo de acción reciproca la represión invadirá la pulsión de nutrición. El chupeteo nace apuntalándose en una de las funciones importantes para la vida, no conoce un objeto sexual, es auto erótica y su meta sexual se encuentra bajo el imperio de una zona erógena.

3) La meta sexual de la sexualidad infantil.
Caracteres de las zonas erógenas: Es un sector de piel o de mucosa en el que estimulación de cierta clase provocan una sensación placentera de determinada cualidad. El carácter rítmico no puede menos que desempeñar un papel para la producción de una sensación placentera. La cualidad del estimulo es más importante que la complexión de las partes del cuerpo. El niño chupeteador, cuando tropieza con uno de los sectores predestinados (pezones, genitales) lo elige como el predilecto.

Meta sexual infantil: consiste en producir la satisfacción mediante la estimulación apropiada de la zona erógena que se ha escogido. La necesidad de repetir la satisfacción se trasluce por: un peculiar sentimiento de tensión que posee carácter de displacer, y una sensación de estimulo o de picazón condicionada centralmente y proyectada a la zona erógena periférica. La meta sexual procuraría sustituir la sensación de estimulo proyectada sobre la zona erógena por aquel estimulo externo que la cancela al provocar la sensación de la satisfacción.

4) Las exteriorizaciones sexuales masturbatorias.
Las diferencias más notables se refieren a los pasos que se necesita dar para obtener la satisfacción, que en el caso de la zona labial consistían en el mamar y que tendrán que sustituirse por otra acción muscular acorde con la posición y la complexión de las otras zonas.

Activación de la zona anal: la zona anal es apta por su posición para proporcionar un apuntalamiento de la sexualidad en otras funciones corporales. El valor erógeno es muy grande. Conserva durante toda la vida una considerable participación en la excitabilidad genital. Comienza básicamente en la búsqueda de placer en la retención de heces que provoca fuertes contracciones musculares y estímulos en la mucosa del ano. Las heces son parte de su propio cuerpo; las considera el primer regalo por medio del cual expresa o no su obediencia al mundo circundante. La retención de heces entonces concede estimulación masturbadora, en la relación con las personas que cuidan al niño, y conforma las raíces del estreñimiento tan frecuente en los neurópatas.

Activación de las zonas genitales: se relaciona con la micción (glande, clítoris). Las activaciones sexuales de estas zonas erógenas que corresponden a las partes sexuales reales, son sin duda el comienzo de la posterior vida sexual “normal”. Por su situación anatómica es inevitable que la sensación placentera que estas partes del cuerpo son capaces de proporcionar se haga notar al niño ya en su periodo de lactancia, despertándole una necesidad de repetirla. Mediante el onanismo del lactante, se establece el futuro primado de esta zona erógena para la actividad sexual. La masturbación es la acción que elimina el estimulo y desencadena la satisfacción. Hay tres fases de masturbación infantil: la primera corresponde al periodo de lactancia, la segunda al breve florecimiento de la práctica sexual hacia el cuarto año de vida y solo la tercera responde al onanismo de la pubertad.

Segunda fase de masturbación infantil: antes del cuarto año la pulsión sexual despierta en la zona genital y dura un lapso, hasta que una nueva sofocación la detiene, o prosigue sin interrupción. Todos los detalles de esta segunda activación sexual dejan tras si las más profundas inconscientes huellas en la memoria de la persona, determinan el desarrollo de su carácter si permanece sana, o la sintomatología de su neurosis si enferma después de la pubertad.

Retorno de la masturbación de la lactancia: la excitación sexual del periodo de lactancia retorna en los años de la niñez indicados como un estimulo de picazón, condicionado centralmente y reclamante de una satisfacción onanista, o como un proceso del tipo de una polución que busca la satisfacción sin ayuda de ninguna acción. Causas internas y ocasiones externas son decisivas para la reaparición de la actividad sexual. Las ocasiones externas contingentes cobran en esa época una importancia grande y duradera. En primer término se sitúa la influencia de la seducción con el niño como objeto sexual al cual se le enseña a conocer la satisfacción de las zonas genitales. Resulta evidente que no se requiere de la seducción para despertar la vida sexual del niño que puede producirse también de forma espontanea a partir de causas internas.

Disposición perversa polimorfa: Es instructivo que bajo la influencia de la seducción el niño pueda convertirse en un perverso polimorfo, siendo encaminado a practicar todas las trasgresiones posibles, porque, según la edad, no se han erigido todavía o están en formación los diques anímicos contra los excesos sexuales(vergüenza, asco, moral).

Pulsiones parciales: la vida sexual infantil muestra componentes que desde el comienzo envuelven a otras personas en calidad de objetos sexuales. De esa índole son las pulsiones de placer de ver y de exhibir, y la crueldad. Bajo la influencia de la seducción, la perversión de ver puede alcanzar gran importancia para la vida sexual del niño. La pulsión de ver surge como una exteriorización sexual espontanea. Niños pequeños suelen dar interés a los genitales de sus compañeros de juego. Se desarrollan también componentes crueles de la pulsión sexual, totalmente naturales en el carácter infantil. La moción cruel proviene de la pulsión de apoderamiento y emerge en la vida sexual en una época en que los genitales no han asumido aun el papel que desempeñaran después (organización pre genital).

5) Investigación sexual infantil.

Pulsión de saber: entre los 3 y los 5 años se inicia aquella actividad que se adscribe a la pulsión de saber o de investigar. No puede computarse entre los componentes pulsiones elementales ni subordinarse exclusivamente a la sexualidad. Su acción corresponde a una manera sublimada del apoderamiento y trabaja con la energía de la pulsión de ver. Sus vínculos con la vida sexual se dan pues la pulsión de saber recae sobre los problemas sexuales.

Enigma de la esfinge: son intereses prácticos los que ponen en marcha la actividad investigadora en el niño. El primer problema lo ocupa el enigma sobre el lugar del que provienen los niños. Para el varoncito es cosa natural suponer que todas las personas poseen un genital como el suyo.

Complejo de castración y envidia del pene: el varoncito se aferra con energía a la convicción de que todos poseen un genital como el suyo y la abandona después de serias luchas interiores (complejo de castración). Las formaciones sustitutivas del pene perdido de la mujer cumplen un importante papel en la conformación de múltiples perversiones. El supuesto de que todos los seres humanos poseen idéntico genital masculino es la primera de las asombrosas teorías sexuales infantiles grávidas de consecuencias. En cuanto a la niña, presa de la envidia del pene, culmina en el deseo de ser un varón.

Teorías del nacimiento: Muchas personas se interesaron en el periodo prepuberal por la cuestión del origen de los niños. En cuanto a la investigación de los primeros años de la infancia se llega a la concepción de que los hijos se conciben por haber comido algo determinado y se los da a luz por el intestino.

Concepción sádica del comercio sexual: Si a temprana edad los niños son espectadores del comercio sexual entre adultos no puede menos que concebir el acto sexual como una especie de maltrato o sojuzgamiento en sentido sádico.

El típico fracaso de la investigación sexual infantil: las teorías sexuales infantiles son reflejos de la propia constitución sexual del niño y pese a sus errores dan pruebas de una gran comprensión sobre los procesos sexuales. La investigación sexual infantil ignora dos elementos: el papel del semen fecundante y la existencia de la abertura sexual femenina. Los esfuerzos del pequeño investigador resultan por lo general infructuosos y terminan en una renuncia que dejan secuelas en un deterioro permanente de la pulsión de saber. La investigación sexual de la primera infancia es siempre solitaria, implica un paso a la orientación autónoma en el mundo y establece un fuerte extrañamiento del niño respecto a las personas de su entorno en las que antes confiaba plenamente.

6) Fases de desarrollo de la organización sexual.
El punto de llegada del desarrollo lo constituye la vida sexual del adulto llamada “normal”. La consecución de placer se pone al servicio de la función de reproducción y las pulsiones parciales, bajo el primado de una sola zona erógena, forman una organización sólida para el logro de la meta sexual en un objeto ajeno.

Organizaciones pre genitales: llamaremos pre genitales a las organizaciones de la vida sexual en que las zonas genitales todavía no han alcanzado su papel hegemónico. Una primera organización sexual pre genital es la oral o canibálica, en la que la actividad sexual no se ha separado de la nutrición. El objeto de una actividad es el de la otra: ambas metas sexuales consisten en la incorporación de objeto. La segunda fase pre genital es la de la organización sádico-anal. En ella la actividad es producida por la pulsión de apoderamiento a través de la musculatura del cuerpo y como órgano de meta sexual pasiva se constituye ante todo la mucosa erógena de intestino; no obstante los objetos de ambas aspiraciones no coinciden. Ya son pesquisables la polaridad sexual y el objeto ajeno. Posee el siguiente carácter: los pares de opuestos pulsionales están plasmados en el mismo grado(ambivalencia). Ya en la niñez se consuma la elección de objeto. La unificación de las pulsiones parciales y su subordinación al primado de los genitales no son establecidas en la infancia. La instauración de ese primado al servicio de la reproducción es la última fase por la que atraviesa la organización sexual.

Tiempos de la elección de objeto: se realiza en dos tiempos. La primera oleada se inicia entre los 2 y los 5 años, y el periodo de latencia la detiene o la hace retroceder: se caracteriza por la naturaleza infantil de sus metas sexuales. La segunda sobreviene con la pubertad y determina la conformación definitiva de la vida sexual. Los resultados de las elecciones infantiles de objeto se prolongan hasta una época tardía: se los conserva tal cual o se renuevan en la pubertad. Demuestran ser inaplicables por la represión entre ambas fases. Sus metas sexuales se atemperan y figura únicamente la corriente tierna de la vida sexual. La elección de objeto de la pubertad tiene que renunciar a los objetos infantiles e iniciarse como una corriente sensual.

7) Fuentes de la sexualidad infantil.
La excitación sexual nace a) como un calco de una satisfacción vivenciada a raíz de otros procesos orgánicos; b) por una apropiada estimulación periférica de zonas erógenas y c) como expresión de algunas pulsiones cuyo origen aún no se comprenden. Las zonas erógenas son sectores de piel que muestran una particular intensificación de tipo de excitabilidad.

Excitaciones mecánicas: la producción de una excitación sexual mediante sacudimientos mecánicos del cuerpo de carácter rítmico tienen tres influencias: las que actúan sobre el aparato sensorial de los nervios vestibulares, las que actúan sobre la piel y las que lo hacen sobre las partes profundas. La existencia de esas sensaciones placenteras es documentada por el gran gusto que sienten los niños en los juegos de movimiento pasivo, como ser hamacados o arrojados por el aire cuya repetición piden incesantemente.

Actividad muscular: una intensa actividad muscular constituye para el niño una necesidad de cuya satisfacción extrae un placer extraordinario. El placer provocado por las sensaciones de movimiento pasivo es de naturaleza sexual o genera excitación sexual. En la promoción de la excitación sexual por medio de la actividad muscular habría que reconocer una de las raíces de la pulsión sádica.

Procesos afectivos: los más intensos desbordan sobre la sexualidad. La angustia del escolar puede cobrar importancia para el estallido de manifestaciones sexuales. Es frecuente que sobrevenga un sentimiento estimulador que urge el contacto con los genitales o un proceso de tipo de una polucion.El efecto de excitación sexual de muchos afectos en si displacenteros, como el angustiarse, el estremecerse de miedo o el espantarse, se conserva en gran número de seres humanos durante su vida adulta.

Trabajo intelectual: la concentración de la atención en una tarea intelectual y el esfuerzo mental tienen como consecuencia una excitación sexual concomitante.

Diversas constituciones sexuales: es posible basar diversas constituciones sexuales basándose en el englobamiento de las fuentes indirectas de la excitación sexual. La plasmación privilegiada de cada una de las fuentes de la excitación sexual contribuye también a diferenciar las diversas constituciones sexuales.

Las vías de la influencia reciproca: todas las vías de conexión que llegan hasta la sexualidad desde otras funciones tiene que poderse transitar también en la dirección inversa. La concentración de la atención es capaz de producir excitación sexual hace que por lo tanto el estado de excitación sexual influya sobre la disponibilidad de atención orientable. Esos caminos por los cuales las perturbaciones sexuales desbordan sobre las restantes funciones servirían en el estado de salud. Por ellos se consumaría la atracción de las fuerzas pulsionales sexuales hacia otras metas no sexuales (sublimación de la sexualidad).


LACAN: ESTADIO DEL ESPEJO

En la teoría del psicoanálisis lacaniano, el estadio del espejo representa el momento en el que un infante se 'reconoce' a sí mismo/a en la imagen del espejo o en un Otro semejante y próximo que le representa. Se encuentra por vez primera capacitado para percibirse, o más exactamente, percibir su imago corporal. Tal momento es llamado estadio del espejo debido a que sólo a partir de entonces el infante se reconoce ante un espejo, esto sucede normalmente entre los seis y los 18 meses. Tal fenómeno parece haber sido estudiado primeramente por Henri Wallon aunque no es sino Lacan quién nota las implicancias fundamentales del estadio del espejo. Dos procesos, como mínimo, deben converger para que se produzca el estadio del espejo: en primer lugar la suficiente maduración de las áreas del cerebro especializadas en la percepción y procesamiento de la información visual; y en segundo es indispensable que exista un semejante que le sirva de estímulo; tal semejante, tal Otro, es en principio la madre (o quien cumpla la función materna), ella no sólo será el modelo visual en el cual se identifique corporalmente el niño o la niña (según el caso), la madre será configuradora de la imago corporal al "modelar" al niño con sus caricias y con sus expresiones verbales. 
Al ocurrir el estadio del espejo el infante deja de angustiarse de sumo grado ante la ausencia de la madre, pasando a poder regocijarse percibiéndose reflejado, y sobre todo, dotado de unidad corporal, de propio cuerpo (al que identificará con "su" yo).Ya siente placer con su cuerpo sin la directa asistencia de la madre.
Así el estadio del espejo revela la configuración del Ego del sujeto. Empero el estadio del espejo no se fija sólo con la función materna; tal cual lo dedujera Lacan se requiere un tercero; es la función paterna la que permitirá mantener la noción de unidad corporal del sujeto y así luego el desarrollo psíquico a partir de esta percepción de unidad.
“Desde los 6 meses el niño reconoce ya su imagen como tal. Este acto una vez adquirido rebota en seguida en el niño en una serie de gestos en los que experimenta la relación de los movimientos asumidos de la imagen con su medio ambiente reflejado. Basta comprender al estadio del espejo como una identificación en el sentido pleno; la transformación producida en el sujeto cuando asume una imagen nos parecerá que manifiesta la matriz simbolica en la que el yo se precipita en una forma primordial; antes de objetivarse en la dialéctica de la identificación con el otro y antes de que el lenguaje le restituya en lo universal su función de objeto. La forma total del cuerpo es dada como Gestalt en una exterioridad. Esta Gestalt simboliza la permanencia mental del yo. Debemos reconocer en la captación espacial que manifiesta el estadio del espejo el efecto en el hombre de una insuficiencia organiza de su realidad natural. La función del estadio del espejo es establecer una relación del organismo con su realidad. El estadio del espejo es un drama cuyo empuje interno se precipita de la insuficiencia a la anticipación, y que para el sujeto, presa de la ilusión de la identificación espacial, maquine las fantasías que se sucederán desde una imagen fragmentada hasta una imagen total. El momento en que termina el estadio del espejo inaugura, por la identificación con la imago del semejante y el drama de los celos primordiales, la dialéctica que desde entonces liga al yo con situaciones socialmente elaboradas.”


Lacan descubre (casi paralelamente a Wallon) que la percepción que cada ser humano tiene de sí, su sí-mismo es congruente con la noción de su ego y que esta imagen de sí, esta noción que cada ser humano tiene de sí, o ego, noción de su apariencia corporal completa y de su personalidad... sólo se logra a temprana edad viéndose reflejado en un semejante, a este momento se le llama estadio del espejo. El yo (o, ego) es (inicialmente) un otro, con tal descubrimiento puede decir Lacan: el sujeto se constituye en y por un otro semejante. El estadio del espejo está predeterminado genéticamente en los humanos y es perfectamente corroborable en condiciones científicas de experimentación (semeja en muchos aspectos alimprinting (grabación, troquelado) que en etología ha descubierto Konrad Lorenz).
El estadio del espejo es descrito en el ensayo de Lacan "El estadio del espejo como formador de función del yo", el primero de sus Escritos, considerado uno de sus trabajos más importantes.
Algunos lo ponen crudamente como el momento en el que el niño se 'reconoce' a sí mismo(a) en la imagen del espejo, pero esto no se apega a la idea de Lacan y hace confusa la terminología. El énfasis de Lacan se concentra en la identificación con una imagen o entidad exterior inducida mediante, como él lo pone, "insuficiencia de anticipación –y que crea para el sujeto, atrapado en la atracción de la identificación espacial, la sucesión de fantasías que se extienden a partir de una imagen-cuerpo fragmentada a una forma en su totalidad que llamaré ortopédica– y, por último, a la suposición de la armadura en la entidad alienante, que marcará con su estructura rígida todo el desarrollo mental del sujeto". Es la Función Paterna lo que permite que el infante sea un sujeto, lo más libre posible, con un pensar coherente lo más propio posible... y al mismo tiempo, por ser de pensar coherente, que le permita relacionarse positivamente mediante símbolos con el otro. La imposición de La Ley, ha descubierto Freud y lo corrobora Lacan, permite además la exogamia, y, así, la persistencia de la especie humana.
Es significativo que este proceso de identificación es el primer paso para la constitución del sujeto porque todo lo que le sigue -la transición hacia el orden imaginario y el orden simbólico- está basado en este reconocimiento equivocado (méconnaissance): este es el proceso que Lacan detecta en cada identificación posterior con otra persona, la identidad o mecanismos parecidos a lo largo de la vida del sujeto. Es el inicio de un proceso que dura toda la vida y que consiste en la identificación de uno mismo en términos del otro. Más aún: para que el ego plasmado o constituido durante el estadio del espejo pueda devenir sujeto se hace necesario luego el clivaje impuesto desde la función paterna, desde una de las instancias del Otro.

Momento o estadio en el cual el infante se encuentra por vez primera capacitado para percibirse, o más exactamente, percibir su imago corporal. Tal momento es llamado estadio del espejo debido a que sólo a partir de entonces el infante se reconoce ante un espejo, esto sucede normalmente entre los seis y los 18 meses. Tal fenómeno parece haber sido estudiado primeramente por Henri Wallon aunque no es sino Lacan quién, hacia 1935-36 nota las implicancias fundamentales del estadio del espejo.
Dos procesos, como mínimo, deben converger para que se produzca el estadio del espejo: en primer lugar la suficiente maduración de las áreas del cerebro especializadas en la percepción y procesamiento de la información visual; pero esto no basta, otro requisito indispensable es que exista un semejante que le sirva de estímulo, en este aspecto aquí existe algo del tipo imprinting; tal semejante, tal Otro, es en principio la madre (o quien cumpla la función materna), ella no sólo será el modelo visual y háptico en el cual se identifique corporalmente el niño o la niña (según el caso), la madre será configuradora de la imago corporal al "modelar" al niño (o la niña) con sus caricias y con sus expresiones verbales.

Al ocurrir el estadio del espejo el infante deja de angustiarse de sumo grado ante la ausencia de la madre, pasando a poder regocijarse percibiéndose reflejado, y...sobre todo, dotado de unidad corporal, depropio cuerpo (al que identificará con "su" yo),...ya siente placer con su cuerpo sin la directa asistencia de la madre.
Así el estadio del espejo revela la configuración del Ego del sujeto. Como para que tal haya ocurrido ha sido menester el estímulo externo desde un semejante, queda desvelado que, en principio, inicialmente, todo yo es un Otro.
Empero el estadio del espejo no se fija sólo con la función materna; tal cual lo dedujera Lacan se requiere un tertium, un tercero; es la función paterna la que permitirá mantener la noción de unidad corporal del sujeto y así luego el desarrollo psíquico a partir de esta percepción de unidad.

Bowlby: “Una base segura.”
El cuidado de los niños.
Tener hijos supone correr un gran riesgo pues la mayor parte de los seres humanos no logran criarlos como personas sanas, felices y seguras de sí mismas, lo que tiene un costo muy grande. La paternidad exitosa es una clave importante para la salud mental de la generación siguiente. Se necesita saber todo lo posible acerca de las diversas condiciones sociales y psicológicas que influyen en su desarrollo positiva o negativamente. Ser un padre exitoso supone un trabajo arduo. Para muchas personas esta es una verdad desagradable. Dedicarles tiempo y atención a los niños significa sacrificar otros intereses y actividades. Los adolescentes y los adultos jóvenes, felices, y seguros de sí mismos son el producto de hogares estables en los que ambos padres dedican gran cantidad de tiempo y atención a los hijos. Sin embargo vivimos en una sociedad que no solo es en términos evolutivos un producto del ayer sino que es en muchos sentidos un producto muy peculiar. Existe el peligro que adoptemos normas equivocadas.
El planteo de Bowlby para la comprensión de la paternidad como actividad humana es etológico. Supone la observación y la descripción del conjunto de pautas de comportamiento que caracterizan la crianza, las condiciones que activan y hacen cesar cada una de ellas, el modo en que las pautas cambian a medida que el niño crece, los diversos modos en que la conducta de crianza se vuelve organizada en los diferentes individuos y el gran numero de experiencias que influyen en la manera en que esta se desarrolla en cualquier persona. La conducta de crianza y la del apego están de cierta forma preprogramadas y preparadas para desarrollarse en cierto sentido cuando las condiciones lo hagan posible. En el curso normal de los acontecimientos, el progenitor de un bebe experimenta el poderoso impulso de comportarse de mantera típica. Todos los detalles son aprendidos durante la interacción con bebes y niños o mediante la observación de la conducta de otros padres. Al volver a examinar la naturaleza del vinculo del niño con su madre (dependencia) se ha descubierto que resulta útil considerarlo como el resultado de un conjunto de pautas de conducta características, en cierto grado preprogramadas, que se desarrollan en el entorno corriente durante los primeros meses de vida, y que tienen el efecto de mantener al niño en una proximidad más o menos estrecha con su figura materna. Hacia el final del primer año la conducta se organiza cibernéticamente, lo que significa que la conducta se vuelve activa cada vez que se dan condiciones determinadas y cesa cuando se dan otras condiciones. La conducta de apego del niño es activada especialmente por el dolor, la fatiga y cualquier cosa atemorizante, y también por el hecho de que la madre o padre parezca o sea inaccesible. Las condiciones que hacen que cese esa conducta varían de acuerdo con la intensidad de su activación. Se considera que la función biológica de esta conducta es la protección, especialmente ante los depredadores. La conducta de apego no está limitada a los niños. En general se produce con menos facilidad en adolescentes y adultos de ambos sexos cada vez que están ansiosos o en tensión. La activación de la conducta de apego en estas circunstancias es probablemente universal y debe ser considerada la norma. Un rasgo de la conducta de apego es la intensidad de la emoción que la acompaña. El modo en que la conducta de apego llega a organizarse dentro de un individuo, depende en grado sumo de los tipos de experiencia que tiene en su familia de origen o si es desafortunado fuera de ella. La conducta de crianza, a mi juicio, tiene poderosas raíces biológicas, lo que explica las fuertes emociones asociadas a ella; pero la forma detallada que la conducta adopta en cada uno de nosotros depende de nuestras experiencias: de las experiencias durante la infancia, sobre todo; de las experiencias de la adolescencia, de las experiencias antes y durante el matrimonio, y de las experiencias con cada niño individual. Es útil considerar la conducta de crianza como un ejemplo de una clase limitada de tipos de conducta enraizada biológicamente, de los cuales la conducta de apego es un ejemplo, la conducta sexual otro y la exploratoria y de alimentación otros más.
El comienzo de interacción madre-niño:
Los estudios sobre observaciones acerca de cómo las madres se comportan con los recién nacidos cuando se les da la libertad de hacer lo que quieran después del parto son de especial interés. Inmediatamente después del parto las madres parecen alcanzar un estado de éxtasis. Hay un momento en el que siente que el bebe es realmente suyo. Los fenómenos de mayor importancia que se han puesto de relieve son la capacidad del neonato saludable para entrar en una forma elemental de interacción social y la capacidad de la madre de sensibilidad corriente para participar con buen éxito en ella. Cuando una madre y su hijo de dos o tres semanas se encuentran frente a frente tienen lugar fases de animada interacción social, alternando con fases de desconexión. En lo que difieren es en la coordinación de las respuestas. Una madre sensible regula su conducta de modo tal que se ajuste al ritmo del niño. Ella le permite asumir el control y mediante un hábil entretejido de sus propias respuestas con las de él, crea un dialogo. La rapidez y eficacia con que se desarrollan estos diálogos indican que ambos participantes están preadaptados para entablarlos. Existe la disposición intuitiva de la madre a permitir que sus intervenciones sean guiadas por su bebe y la facilidad con que los ritmos del niño cambian gradualmente de modo de tomar en cuenta los momentos en que se producen las intervenciones de su madre. En una asociación que se desarrolla felizmente, cada uno se adapta al otro. La madre, de sensibilidad corriente se adapta rápidamente a los ritmos naturales de su hijo, y al prestar atención a los detalles de la conducta de éste, descubre lo que lo satisface y actúa en consecuencia. Al hacerlo, no sólo lo contenta sino también obtiene su cooperación. Los bebes humanos están preprogramados para desarrollarse de manera socialmente cooperativa; que lo hagan o no depende de cómo son tratados.
El rol de la madre y del padre: semejanzas y diferencias.
Las pautas de apego mostradas a los padres se parecen mucho a las mostradas a las madres, con aproximadamente la misma distribución porcentual de pautas. Un niño puede tener una relación segura con la madre pero no con el padre, o tenerla con el padre pero no con la madre, o tenerla con ambos o no tenerla con ninguno. En su acercamiento a las personas y las tareas nuevas, los niños representan una serie graduada. Los que tiene una relación segura con ambos serán más seguros de sí mismos y más aptos. La pauta de apego que un niño no dañado en el momento del nacimiento desarrolla con su madre es el producto de cómo ella lo ha tratado, así como el producto de cómo lo ha tratado el padre será la pauta que desarrolle con él. Al proporcionar una figura de apego par su hijo, un padre puede estar desempeñando un rol muy parecido al desempeñado por el padre; sin embargo, en la mayoría de las culturas los padres cumplen ese rol con menor frecuencia.
Provisión de una base segura.
La provisión por parte de ambos progenitores de una base segura a partir de la cual un niño o un adolescente puede hacer salidas al mundo exterior y a la cual puede regresar sabiendo con certeza que será bien recibido, alimentado física y emocionalmente, reconfortado si se siente afligido y tranquilizado si está asustado es primordial en la crianza. Esencialmente el rol consiste en ser accesible, estar preparado para responder y tal vez ayudar solo si es necesario. En el caso de los niños y los adolescentes, a medida que crecen los vemos aventurarse desde la base y por periodos de tiempo creciente. Cuanto más confían en que su base es segura y en que está preparada para responder, mas lo dan por sentado. Los adolescentes y adultos jóvenes más estables emocionalmente son los que tiene padres que si bien fomentan la autonomía de sus hijos no son menos accesibles y sensibles cuando se recurre a ellos. Ningún padre proporcionara una base segura a su hijo que crece, a menos que tenga una comprensión intuitiva de y con respecto a la conducta de apego del niño, y la considere la intrínseca y valiosa parte de la naturaleza humana que es. Al hablar de la crianza de los niños debemos centrarnos en el rol de los padres de proporcionar al hijo la base segura, a pesar de haber otros roles que el padre deba desempeñar.
Condiciones perinatales y posnatales que ayudan o ponen trabas:
Los padres, para adaptarse a las señales y actos de sus hijos y ser sensibles con ellos necesitan el tiempo adecuado y una atmosfera relajada; necesitan toda la ayuda posible. En todas salvo una de las 150 culturas estudiadas por antropólogos un miembro de la familia o un amigo, generalmente una mujer, permanece con la madre durante el parto.
La influencia de las experiencias infantiles de los padres:
Existen pruebas clínicas de que el sentimiento de una madre por su bebe y la conducta mostrada hacia el también están profundamente influidos por sus anteriores experiencias personales, sobre todo aquellas que tuvo y puede estar teniendo aun con sus propios padres. La influencia que los padres tienen en la pauta de cuidados que desarrollan sus hijos comienza muy temprano. A los dos años los niños cuyas madres responden sensiblemente a sus señales y proporcionan un contacto físico reconfortante son los que responden más fácil y adecuadamente a la aflicción de los otros. Además, lo que un niño hace en tales circunstancias es una clara replica de lo que ha visto y experimentado con su madre. Las mujeres cuya infancia ha sido perturbada tienden a entablar con sus niños una menor interacción que la que entablan madres con infancias más felices, en un periodo de la vida de sus bebes en que la cantidad de interacción que se produce esta determinada casi totalmente por la madre. Algunas de las pruebas más claras con respecto al importante papel que desempeña la experiencia infantil para determinar el modo en que un progenitor trata a un niño surgen de estudios de padres que han maltratado a sus hijos físicamente. De todos modos, no todas las mujeres con experiencias infantiles de este tipo azotan a sus hijos; y una mujer que maltrata físicamente a uno de sus hijos no necesariamente maltrata a los otros. El destino parece depender en gran parte a las experiencias de la madre con el niño durante el periodo perinatal y el principio del postnatal. Otras pautas de madres que maltratan a sus hijos se ven en la tendencia a esperar y exigir cuidado y atención por parte de ellos, de invertir la relación. Este tipo de relaciones oculta una proporción significativa de rechazo a la escuela, de agorafobia y de depresión. Para ser padres exitosos siempre se debe procurar enseñar con el ejemplo, no con preceptos y mediante la discusión, no mediante instrucciones. Aprender de esos padres las dificultades con las que se encuentran y las recompensas que obtienen y hablar con ellos de sus errores y éxitos vale más que cientos de instrucciones. Las experiencias adversas de la infancia tiene efectos de dos tipos: en primer lugar hacen al individuo más vulnerable a posteriores experiencias adversas, en segundo, hacen que existan más probabilidades de que se enfrente con otras experiencias semejantes. Las perturbaciones psicológicas de la generación siguiente derivadas de la privación de los cuidados maternos son en potencia los más graves.

El vinculo del niño con la madre:
La razón por la cual un niño desarrolla un estrecho vínculo con su madre radica en que ella lo alimenta. Se postulan dos tipos de vías, primaria y secundaria. Se considera el alimento como la vía primaria, la relación personal, calificada de “dependencia” como secundaria. Descartada la vía secundaria la tarea primordial era formular una que la reemplazara. Esto condujo al concepto de la conducta de apego con su propia dinámica distinta de las fuentes de la motivación humana durante mucho tiempo consideradas fundamentales. La conducta de apego es cualquier forma de conducta que tiene como resultado el logro o la conservación de la proximidad con otro individuo claramente identificado al que se considera mejor capacitado para enfrentarse al mundo. Esto resulta sumamente obvio cada vez que la persona está asustada, fatigada o enferma, y se siente aliviada con el consuelo y los cuidados. En otros momentos, la conducta es menos manifiesta. Sin embargo, saber que la figura de apego es  accesible y sensible le da a la persona un fuerte y penetrante sentimiento de seguridad, y la alienta a valorar y continuar la relación. Si bien la conducta de apego es muy obvia en la primera infancia, se observa durante toda la vida sobre todo en ocasiones de emergencia, se la considera parte integral de la naturaleza humana y algo que compartimos con otras especies. Se le atribuye la función biológica de la protección. Debe hacerse una distinción entre apego y conducta de apego. El apego es buscar la proximidad y el contacto con un individuo en circunstancias especificas. La conducta de apego se refiere a cualquiera de las diversas formas de conducta que la persona adopta de vez en cuando para obtener y mantener una proximidad deseada. Aunque la conducta de apego puede ser manifestada en diferentes ocasiones con una diversidad de individuos, un apego duradero o un vínculo de apego están limitados a unos pocos. El concepto clave es el de sistema conductual. Este está concebido sobre la analogía de un sistema fisiológico organizado homeostáticamente para asegurar que una determinada medida fisiológica se mantenga dentro de límites adecuados. Al postular la existencia de una organización psicológica interna con una serie de características muy específicas se puede considerar que la teoría propuesta posee las mismas propiedades básicas que aquellas que caracterizan otras formas de teoría estructural.
La ansiedad de la separación:
El problema de la ansiedad de la separación es la ansiedad por perder a alguien amado o por quedar separado de él. El problema radicaría en el supuesto no analizado de que el temor surge en una persona mentalmente sana solo en situaciones que cualquiera percibiría como intrínsecamente dolorosas o peligrosas, o que son percibidas por una persona a causa de estar condicionada a ellas. Las dificultades desaparecen cuando se adopta un enfoque etológico. Entonces se hace evidente que el hombre responde con temor a determinadas situaciones que indican un aumento de riesgo. Cuando analizamos la ansiedad de la separación con respecto a esto, comprendemos que las amenazas de abandonar a un niño, a menudo utilizadas como medio para controlarlo, o las amenazas de suicido, son causas comunes de ansiedad intensificada de la separación.
Duelo:
Es la reacción habitual ante la pérdida una vez que ha ocurrido. Si comparamos las descripciones de las reacciones de los adultos sanos ante el dueño, son claras las similitudes presentadas en las reacciones observadas en la infancia. La creencia de que el niño no es capaz de hacer un duelo se debe en que el niño nunca había recibido información adecuada sobre lo ocurrido, o que no posee a nadie que se solidarizara con él y lo ayude a adaptarse gradualmente a la pérdida.
Mecanismos de defensa: el desapego.
Debe atenderse el modo en que el niño se comporta con su madre luego de permanecer un tiempo separados. Es normal que un niño empiece tratando a su madre casi como si fuera una desconocida, pero que luego se aferre a ella intensamente, se torne ansioso por temor a perderla nuevamente y furioso con ella si piensa que puede ocurrir. Todo el sentimiento por su madre y toda la conducta hacia ella que damos por sentada, el mantenerse al alcance de ella y el volverse a ella cuando está asustado o lastimado, se ha desvanecido repentinamente para reaparecer después de un intervalo. Esto es conocido como “desapego” y se considera un mecanismo de defensa. Un sistema que controla una conducta tan fundamental como la conducta de apego puede en ciertas circunstancias quedar incapacitado temporal o permanentemente de ser activado y en él la amplia gama de sentimientos y deseos que lo acompañan puede quedar incapacitada de ser despertada.
Apego, comunicación y proceso terapéutico:
La teoría del desarrollo y la psicopatología de la personalidad esbozada anteriormente puede utilizarse como marco para guiar a cada una de las tres formas principales de psicoterapia analítica utilizadas en la actualidad: la individual, la familiar y la grupal. Un terapeuta que aplica la teoría del apego considera que su papel es el de proporcionar las condiciones en las que su paciente pueda explorar sus modelos representativos de sí mismo y de sus figuras de apego con el fin de volver a evaluarlos y reestructurarlos a la luz de la nueva comprensión adquirida y de las nuevas experiencias vividas en la relación terapéutica. Al ayudar al paciente a lograr este fin, el papel del terapeuta se describe según 5 puntos principales: 1)proporcionar al paciente una base segura desde la cual explorar los diversos aspectos desdichados y dolorosos de su vida pasada y presente; 2)ayudar al paciente en sus exploraciones; 3)alentar al paciente a examinar la relación existente entre ellos; 4) alentar al paciente a considerar el modo en que sus percepciones y expectativas presentes y sentimientos y acciones que aquellas originan pueden ser el producto de acontecimientos y situaciones que enfrentó durante su infancia y adolescencia, o de lo que pudieron contarle en repetidas ocasiones; y 5) capacitar al paciente para reconocer que sus imágenes y modelos de él mismo y de los demás pueden o no ser apropiadas para su presente y futuro. Una vez captada la naturaleza de estas imágenes y modelos dominantes y rastreado sus orígenes puede comprender que lo ha llevado a verse a sí mismo y al mundo de esa manera y por lo tanto a sentir, pensar y actuar como lo hace. El terapeuta también trata al paciente de forma determinada por lo que él mismo experimentó durante su infancia. Ambos hacen contratransferencia. El paciente es estimulado a creer que con apoyo y una guía ocasional, puede descubrir por sí mismo la verdadera naturaleza de los modelos que subyacen en sus pensamientos, sus sentimientos y sus acciones y que, al examinar la naturaleza de sus primeras experiencias con sus padres, comprenderá lo que lo llevó a construir los modelos actualmente activos en su interior y así ser libre para reestructurarlos. El terapeuta deberá ser confiable, atento, empático, comprensivo y sensible, y estimular al paciente a que explore el mundo de sus pensamientos, sentimientos y actos del presente y del pasado.
La influencia de las primeras experiencias en la relación de transferencia:
Es común que un paciente se muestre preocupado de que su terapeuta lo rechace, lo critique o lo humille, porque es un trato común de los padres. Ambos pueden ser conscientes de la situación. Pero a veces el paciente parece totalmente inconsciente de tales sentimientos a pesar de que su actitud hacia el terapeuta rezuma desconfianza y evasión. Las pruebas señalan que estos estados de ánimo tienen lugar específicamente en aquellos que, habiendo desarrollado durante los primeros años una pauta de apego ansiosamente elusivo, han procurado desde entonces ser emocionalmente reservados y se han aislado del contacto íntimo con otras personas. Estos pacientes, descriptos a menudo como narcisistas o poseedores de un falso sí-mismo, evitan la terapia durante el mayor tiempo posible y en caso de emprenderla, mantienen al terapeuta a distancia. Sólo cuando el terapeuta es consciente de los constantes rechazos a los que el paciente puede haber estado sometido de niño cada vez que buscaba consuelo y ayuda, y de su temor a quedar sometido a algo semejante por parte del terapeuta, éste puede ver la situación existente entre ambos tal como la ve su paciente. El temor del paciente a que el terapeuta lo atrape en una relación destinada a servir a sus intereses tiene su causa en el temor a que se repita la situación infantil del paciente en que el progenitor lo ha convertido en su propia figura de apego y en su dador de cuidados. No es extraño que durante la terapia el paciente pase de tratar al terapeuta como si éste fuera uno de sus progenitores, a comportarse con el de la misma manera en que sus padres lo han tratado. Por esta razón el paciente puede tratar con desprecio o resentimiento al terapeuta.
Algunas situaciones o acontecimientos patógenos de la infancia:
Los terapeutas a veces no están bien informados acerca de las relaciones simuladas o desvirtuadas que tienen lugar en ciertas familias, ni sobre las cosas terribles que suceden. Sólo cuando está bien informado puede tener una idea razonablemente clara de lo que puede ocultarse tras las defensas de su paciente, o del origen de su ansiedad, ira o culpa.
-La amenaza de negar el amor a un niño como medio de control: Decirle al hijo que no se lo querrá si se comporta de tal manera significa amenazarlo con no proporcionarle afecto o consuelo en los momentos en que el niño está preocupado, asustado o afligido. Si tales amenazas son utilizadas sistemáticamente por uno o ambos padres, es inevitable que el niño crezca intensamente ansioso por agradar y propenso a sentimientos de culpabilidad.
-Amenaza de abandonar al niño: Son las más atemorizantes. Quedan reprimidas y el paciente puede negar el haber estado sujeto a ellas.

-Amenaza de cometer suicidio: producen terror.

-Rectificaciones y negaciones: surgen como una gran inseguridad de paciente acerca de si algún episodio familiar ocurrió o no, junto con la culpabilidad de revelarlo.


SPITZ “El 1er año de vida”

Elaboró un sistema del desarrollo sobre la observación directa en los niños con sus madres. Explica el desarrollo en términos de relación objetal. Considera la relación entre madre e hijo porque es el catalizador que permite a la libido ser fijada en las distintas zonas erógenas.

1) Pre-objetal (0– 3 meses): ETAPA SIN OBJETO
Spitz ha llamado esta etapa, la primera etapa pre-objetal o sin objeto. Comienza desde el nacimiento y termina cuando aparece el primer organizador que es la sonrisa. La etapa sin objeto coincide más o menos con la del narcicismo primario, ya que la percepción, la actividad y las funciones de un recién nacido no están lo suficientemente organizadas, sino sólo estas zonas que son indispensables para la supervivencia, como el metabolismo, la absorción de lo nutricio, las funciones respiratorias, etc. Son funciones esenciales en el niño.
En este etapa el recién nacido no sabe distinguir una “cosa” de otra; no puede distinguir una cosa (externa) de su propio cuerpo y no experimenta algo separado de él. Por ello también percibe el pecho para satisfacer sus necesidades y proveer sus alimentos que los percibe, como una parte de sí mismo.
Una multitud de observaciones, las nuestras entre ellas, confirman que el aparato perceptor del recién nacido se halla escudado del mundo exterior mediante una barrera contra los estímulos. Esta barrera protege al infante durante las primeras semanas de la percepción de los estímulos del medio ambiente. Durante este período, toda percepción marcha a través de los sistemas interoceptivo y propioceptivo.
Ahora bien, la excitación negativa del recién nacido es una respuesta a una estimulación excesiva, debe ser considerada como un proceso de descarga. Siendo así un proceso puramente fisiológico. Por ejemplo la ley de nirvana, que dice que la excitación se mantiene a un nivel constante y cualquier tensión que exceda este nivel ha de ser descargado sin demora. Pasando el tiempo este proceso fisiológico se desarrollará con el tiempo. Y una vez establecido esto, la función psicológica se regirá por la ley del principio del placer y el displacer, hasta que este será reemplazado por el principio de realidad.

2) Objeto precursor (3 – 7 meses): PRECURSOR DEL OBJETO
Es el comienzo de la segunda etapa, esta comienza con la sonrisa, este objeto precursor es el rostro humano, se le llama precursor por que el niño no reconoce el rostro determinado de una persona, si no le llama la atención las figuras, contornos que resaltan del rostro, como lo es la nariz, boca, ojos, etc. ahora la sonrisa es la primera manifestación activa, dirigida e intencional, y esta desde ahora tiene un papel muy importante en la vida del niño.
En el tercer mes de vida el niño responde al rostro sonriendo, si se cumplen algunas condiciones, estas serían que el rostro se mueva de frente, de modo que resalten las cosas que le llamen la atención (ojos, boca, etc.) y que este cuente con una movilidad.
Contando con 2 meses de edad, los niños no sonríen con certeza a nadie ni a nada, pueden incluso alcanzar el 6to. Mes, y seguirán reservándose su respuesta sonriente sólo para la madre y conocidos, en pocas palabras para los objetos de amor, para el niño, y no suelen sonreír a los desconocidos.
Ahora, en el 3er.mes de vida, su reconocimiento para los demás, no indica una verdadera relación de objeto. Quiere decir que no perciben a ninguna persona o un objeto (lo libidinal), sino sólo un signo. Lo que forma este signo, es una parte privilegiada de él. Lo que se reconoce durante esta etapa preobjetal, son puros atributos secundarios, externos y no esenciales.
La Gestalt signo, que el niño reconoce a la edad de 3 meses, lo indica para surgir esta respuesta sonriente, es una transición desde la percepción de “cosas” y también de preobjeto, por haber sido dotado de cualidades esenciales en el intercambio mutuo entre la madre y el hijo. En este intercambio, el objeto es investido con catexia libidinal, esto quiere decir que al objeto libidinal lo distingue de otras “cosas”.

3) Objeto real ( 8 – 12 meses): ETAPA DEL OBJETO REAL
El llanto ante extraños indica que el niño ya distingue a la madre de otras personas. Sabe que la madre es quien lo cuida, lo protege de los demás, le da alimento, y lo ama. Y es por eso que cuando está la madre surge el temor de la angustia, de perderla. El segundo organizador sería la angustia y este es la diferencia entre libidinal y actividad agresiva.
La actividad agresiva seria una función psíquica recién adquirida a consecuencia de la maduración nerviosa progresiva. El bebe, empieza a darse cuenta que esa persona que lo cuida y lo protege, se ausenta por períodos, y provoca que el niño se angustie y cree el niño que esa angustia que sintió la madre la percibe como una agresión que le causó daño. En este segundo organizador, el niño no solo percibe y reconoce personas sino que también objetos inanimados.
El logro más grande que se produce aquí, es la capacidad de la comunicación. La transmisión directa de mensajes corporales que se convierten en palabras.
Y con el habla culmina la relación objetal, que termina por los 9 meses, cuando inicia el 3er. Organizador, que es, el NO. con el fin de proteger al niño, la madre debe de acceder a poner límites hacia el niño, y diciendo verbalmente un no el niño debe de obedecer, aunque en un principio le sea sumamente difícil. Esta negación viene significando la capacidad de juicio.
Logra la aceptación de este NO, cuando aprende la imitación.
El autor considera tres Organizadores:
Sonrisa (a partir del 3er. Mes)
Angustia ( a partir del 8vo. Mes)
El no (en el habla) a partir del 8vo o 9no mes
1era) ETAPA SIN OBJETO:

Menciona, como primera etapa de desarrollo de esta vital relación, la etapa sin objeto (etapa preobjetal o añobjetal), que coincide con la etapa del narcisismo primario del infante. Se refiere a ella como una etapa de no diferenciación, ya que la percepción, las actividades y las funciones del recién nacido no están del todo organizadas en unidades, salvo aquellas actividades y zonas relacionadas con la tarea de nutrición, la circulación, la función respiratoria y otras funciones vitales.
 La base para el entendimiento de esta fase es el hecho de que el infante es incapaz de distinguir una cosa de otra, ni de distinguir los aspectos externos de su propio cuerpo y no vivencia el mundo que lo rodea como algo que se encuentra separado de él. Incluso el recién nacido en sí no se encuentra diferenciado ni organizado.
 Durante los primeros días de nacido, incluso el primer mes, no existe para el infante el mundo exterior, es como si su aparato perceptor se protegiera con una barrera sumamente fuerte que le impidiera todo contacto con la realidad circundante. Durante este periodo, las experiencias infantiles se determinan por medio del sistema interoceptivo o propioceptivo, las respuestas que logra demostrar se refieren únicamente a la satisfacción de sus necesidades. En este punto quisiera hacer mención de la discrepancia que refiere el autor acerca de las teorías que pretenden una idea de percepción del bebé in útero, al igual que durante el parto. Para Spitz no existe tal  cosa del “trauma del parto” ya que  al nacer el bebé no tiene conciencia por lo que el momento del nacer no tiene en el infante un contenido psíquico.
 El autor enfatiza el hecho de que un  estado de displacer que puede llegar a observarse  en el niño al nacer dura prácticamente segundos; si se le deja en paz, todo esto desaparece solo, sin ayuda. La excitación negativa del recién nacido, debe considerarse únicamente a modo de descarga, este proceso es fisiológico y se rige por el principio de Nirvana según el cual la excitación corporal se mantiene en un nivel constante, cualquier estímulo que exceda esta excitación buscará la descarga sin demora. Sin embargo no se hablará en esta etapa de una función psicológica que permita al infante la conciencia de lo que está pasando. Esta función psicológica se desarrollará a su debido tiempo y se regirá por la ley del principio del placer y displacer, que será, a su vez, sustituido  (aunque nunca por completo) por el principio de realidad.
Plantea una pregunta  referente al modo en que el neonato percibe los estímulos del exterior que se requieren para que capte algo. El neonato no tiene imagen alguna del mundo exterior, ni estímulos de ninguna modalidad sensorial que le permitan reconocer señales, por lo tanto, se afirma que los estímulos que llegan a “chocar” con el aparato sensorial del infante son totalmente ajenos en todas las modalidades de sensación, cada estímulo para ser percibido como tal, debe ser transformado primeramente en una experiencia significativa, y solo entonces se podrán convertir en una señal que creará a futuro el mundo externo para el bebé.
 Qué condiciones capacitan al infante para lograr esta señal?
1) Barrera contra los estímulos que lo protegerá de todos aquellos a los que estamos expuestos a diario. Esta barrera, por una parte hace referencia a que las funciones receptoras del infante no están desarrolladas al nacer, y por otra parte el estado de vigilia del recién nacido se encuentra totalmente reducido a los momentos en que este se despierta en demanda de su alimento únicamente (La mayor parte del tiempo lo pasa durmiendo o adormilado). Para que comience a detectar todos los estímulos que le llegan, deberá pasar por un desarrollo de esta función.
2) El proceso de dar significado a los estímulos también es resultado de un desarrollo.
3) También hay que tomar en cuenta la protección de la madre contra el exceso de estímulos de cualquier clase (la cama protegida por los lados, la tibieza que  procura al ambiente del niño, etc.).
4) Por otro lado es importante mencionar la tarea de la madre que también ayuda al niño a tratar con los estímulos internos, proporcionándole las herramientas necesarias para aliviar la tensión que estos le provocan, satisfaciendo sus necesidades en el momento en que estas se presentan.
5) Como otro punto, de gran importancia para el autor, menciona la relación  de reciprocidad establecida entre madre e hijo, que se basa en un “diálogo” de secuencia acción-reacción-acción. Esta relación tan especial que logra establecerse es el fundamento para que el bebé logre transformar los estímulos que llegan del exterior en señales significativas.
 El neonato no puede percibir los estímulos de su entorno, sin embargo esto no quiere decir que no guarde huellas mnémicas de sus primeros contactos con lo externo. Esto a  través de un desarrollo lleva al neonato a formar el tan esperado vínculo con lo externo y las deseadas señales que lo lleven a conocer su entorno.
 Ahora bien, desde los primeros días de vida el bebé muestra acciones y reacciones bastante complejas, una de estas es la acción de mamar que efectúa el bebé y que implica varios movimientos organizados y estructurados que llevan a tal respuesta. Pero, cómo percibe el pequeño, el estímulo que ha de mostrarle que debe realizar tal acción de mamar? Spitz habla de ciertos estímulos pertenecientes a un sistema de “captación” (que es distinto al sistema de percepción que aparece únicamente en edades posteriores). Este sistema está a su vez conformado por un sistema de  “Organización cenestésica” que básicamente es visceral y se manifiesta a través de emociones, perteneciendo, así, al sistema nervioso autónomo. Las percepciones dadas en este sistema son distintas a las que alcanza en etapas posteriores, por lo que el autor llama a este tipo de percepción “recepción”. Posteriormente el sistema presentado es el de la “Organización diacrítica”, donde la percepción pertenece a órgaños periféricos localizados, y las manifestaciones aquí se deben a procesos cognitivos más elaborados, como los procesos conscientes del pensamiento. De esta manera menciona que tal acción de mamar pertenece al primer tipo de organización, es únicamente visceral y responde a emociones principalmente, está alejada de la conciencia y por lo tanto no puede pertenecer al sistema de organización diacrítica.
No son solo las percepciones las que se encuentran indiferenciadas en el neonato,  sino también los afectos, ya que, como se ha dicho hasta el momento la organización diacrítica no se encuentra presente todavía y mucho menos la capacidad de distinguir entre una cosa y otra y de singularizar el objeto libidinal, por lo que responde únicamente a estímulos internos.
cómo se da entonces la modificación en la conducta del infante, haciendo referencia específica a la experiencia y aprendizaje que son los principales puentes para su relación con el mundo. Una de las acciones primeramente sugeridas a través de la experiencia como una conducta dirigida hacia un fin es el acto de mamar del pecho materno, a lo que refiere que si un bebé, que ha sido amamantado desde su nacimiento, es sacado de su cuna alrededor del octavo día y se le coloca en postura de mamar, el infante volverá su cabeza hacia el pecho de la persona que lo alza ya sea hombre o mujer.
 En un principio, el infante solo reconoce las gestiones del alimento solo cuando tiene hambre, en realidad no identifica la leche como tal, ni el biberón, ni siquiera el pecho materno, es solo que responde a este estímulo como a cualquier otro.
 Es importante hacer referencia de las dos secuencias que menciona el autor que ayudan a explicar lo anterior: una hace referencia al estímulo externo de la presencia del pezón que insita al niño a succionar, el otro es su necesidad de satisfacer el hambre. El hecho de que se presente el pezón, no es condición suficiente para que se lleve a cabo la succión, solo se percibirá el pezón en la boca si se cumplen las siguientes condiciones:
1) que la tensión interna o el aparato propioceptivo del niño (el hambre) no esté nulificado por alguna tensión externa desagradable.
2) Otra cuestión de vital importancia es que el infante tenga hambre, de otra manera no succionará el pezón.
 Enfatiza el hecho de que si el infante se encuentra molesto o tenso, su única manera de eliminar esto es descargándolo, de otra manera no se podrá percibir el estímulo externo. Para percibir deberá de cesar el displacer y la descarga, solo cuando esto ocurre podrá reanudarse la percepción del estímulo externo satisfactor de la necesidad.
 Ahora bien, para pasar a la siguiente etapa ocurre un nuevo progreso en el niño, la percepción el rostro humano. Durante las primeras seis semanas de vida, las huellas mnémicas del rostro humano quedan fijadas en la memoria infantil, como la primera señal de la presencia del satisfactor de la necesidad, y se observa en el infante la acción de seguir con la vista todos los movimientos de esta primera señal.
2da) EL PRECURSOR DEL OBJETO: 
Enfatiza el hecho de que el rostro humano se convierte en un estímulo visual privilegiado y distinguido de todos los demás estímulos circundantes. En el transcurso del tercer mes, la madurez física y psicológica del infante le permitirán realizar su primera respuesta psicológica ante el estímulo externo: la sonrisa ante el rostro humano.

 A esta edad, no hay ninguna otra cosa, ni siquiera el alimento del niño, que provoque tal respuesta. Sin embargo cabe mencionar que esta sonrisa es indiferenciada, así el niño responderá a cualquier rostro que se presente frente a él, sin embargo es hasta los seis meses de edad que comienza a reservar tal respuesta únicamente al rostro de mamá, amigos y personas conocidas, es decir, la respuesta se torna hacia los objetos de amor.
 Es importante aclarar que la reacción sonriente de los primeros tres meses de vida no indica, de ninguna forma una verdadera relación de objeto. En realidad el infante no sonríe a una persona en especial, ni a un objeto libidinal, simplemente sonríe a un signo. Este signo es proporcionado por “partes” del rostro humano, como son los ojos, nariz y frente, todo esto en movimiento (esto constituye lo que el autor denomina una Gestalt privilegiada).
 El reconocimiento de esto pertenece a un desarrollo posterior, se necesitan otros 4 o 6 meses para que el bebé distinga un rostro entre muchos, y sea capaz de dotar este rostro con las características del objeto. Este es el indicador visual externo del proceso intrapsíquico de la formación de objeto.
 Lo que distingue el objeto de las demás “cosas” es que las cualidades esenciales del objeto son constantes, sus atributos externos no son esenciales y por lo tanto pueden modificarse sin correr el riesgo de no ser reconocido por el infante, por el contrario, en las “cosas” las cualidades externas son las únicas que pueden ser percibidas, por lo que cualquier modificación de los atributos externos hará difícil o casi imposible su reconocimiento.
 Al exponer lo anterior surge en  el propio autor  la disyuntiva acerca de si lo que se necesita para establecer esta primera señal del rostro humano es la percepción de la nariz, ojos y frente en movimiento, será posible presentar a una muñeca mecánica ante el infante y observar la misma respuesta de sonrisa? Esto no será posible porque un aspecto importante es el establecimiento de una relación recíproca entre el bebé y otro ser humano. Con una muñeca, la relación sería solo unilateral. La retroalimentación recíproca dentro de la díada madre hijo, es un flujo continuo y es de vital importancia, aunque ésta no sea del todo simétrica.
 Es de vital importancia para el autor que esta relación con la madre este basada en el afecto. La madre deberá crear un “clima emocional” favorable en todos los aspectos de desarrollo del niño. El afecto que la madre logre transmitir al pequeño servirá de orientación a los afectos del infante y conferirá a su experiencia una buena calidad de vida. Las respuestas de la madre pueden ser variantes, de día a día, entre horas o entre minutos y estos patrones cambiantes son absorbidos por el niño como un proceso de circuito que influye en su conducta y en sus actitudes. Es evidente que los conflictos de la madre también repercutirán en el infante llevando en varias ocasiones  a un conflicto creciente.
 En la relación madre- hijo lo dado por la madre representa lo dado del medio, es más, ella es la que representa al medio; por parte del niño, lo dado comprende su equipo congénito que le permitirá madurar.
 Las relaciones de objeto llevan desde el surgimiento del preobjeto hasta dotar a la madre de las cualidades del objeto libidinal. Ahora bien, cual es la consecuencia y la significación del establecimiento de este preobjeto?
1) Es en esta etapa en que ocurre la transición entre la recepción y la percepción propiamente dicha.
2) Transición del principio del placer - displacer, que exige su atención del estímulo que viene de adentro, ahora se puede demorar esta demanda de manera que comienza a funcionar el principio de realidad.
3) El hecho de que el niño pueda reconocer el rostro humano y sonreír ante él, demuestra que hay rastros de recuerdos, lo que implica que en el aparato psíquico ha habido una división (consciente, preconciente e inconsciente).
4) También demuestra que el niño es capaz de desplazar cargas catéxicas de una función psicológica a otra, y de un rastro mnémico hacia otro.
5) Esto también representa una estructuración en la somatopsique, el ello y el yo se separan el uno del otro y una vez establecido el yo rudimentario, comienza a funcionar  observándose en los actos dirigidos e intencionados que el niño empieza a realizar. Este yo estará siempre al principio del dominio y la defensa.
Desarrolla lo que llama Spitz una función “integradora” que lleva a la transición de lo somático y lo psicológico.
6) La función protectora de la barrera contra los estímulos ahora es consecuencia y responsabilidad directa de este nuevo yo que surge.
7) También se va a observar un cambio en el infante de la pasividad hacia una actividad dirigida en la etapa en que aparece la respuesta de sonrisa.
8) Por último establece que esta respuesta sonriente es la base y premisa para todas las relaciones sociales que se establecerán posteriormente.
 Como se ha podido observar hasta este momento, Spitz enfatiza la importancia de las experiencias del niño en su primer año de vida y la capacidad plástica que tiene la psique del mismo durante este mismo periodo de desarrollo.  El niño busca adaptarse de manera firme y rápida a su medio. Mediante esta adaptación el infante es capaz de  transformar las presiones ejercidas por los impulsos agresivos y libidinales a conductas dirigidas y esto es gracias a la plasticidad antes mencionada. Una de las principales razones de la existencia de dicha plasticidad es  que durante el primer año de vida hay una falta de estructura psíquica bien establecida y diferenciada. El recién nacido no tiene yo, este es producto de la adaptación y desarrollo a lo largo de las primeras etapas, sin embargo ante esta adaptación el yo del infante cumple con su papel en tres situaciones características:
1)A la edad de tres meses el yo del niño solo responde a la gestalt signo del exterior . Esta respuesta es una sonrisa que se da de manera indiscriminada, aún siendo amigo o extraño. Es un yo característicamente rudimentario que a pesar de contar con muchas limitaciones es capaz de actuar adecuadamente, por que cuenta con el yo auxiliar que la madre le proporciona.
2) A los siete meses y medio el yo deja de ser rudimentario y comienza a  ser capaz de lograr una percepción con algunos rastros mnémicos y de responder con expresiones de afecto positivo. Las estructuras del yo comienzan a responder de una manera central y comienza a controlar los accesos de la movilidad
3) Se hacen evidentes los procesos mentales que se esfuerzan en ser cumplidos.
 Antes de adentrarnos en la tercera etapa propuesta por Spitz para el establecimiento del objeto libidinal, quisiera enfatizar la importancia que representa la relación madre- hijo, sobre todo en este primer año de vida.
El autor hace mención de que la existencia de la madre, incluso su propia presencia, actúa como un estímulo para las respuestas del infante. Las acciones intencionales del mismo son las que ejercen mayor influencia sobre el desarrollo de su personalidad.
 La madre es la que proporciona las facilidades y controles de esta conducta dirigida, de esta manera el niño tenderá a repetir las conductas reforzadas, evitando, por el contrario toda acción que haya representado un fracaso en la aceptación de la madre. A pesar de esto, tanto los controles como las facilidades son indispensables para el desarrollo aunque la proporción en la que ambas se aplican son determinantes para la vida posterior.
 Otra situación importante es la comunicación que se establece con la madre. El bebe está acostumbrado a expresarse por medio de descargas afectivas  que surgen en resultado de los estímulos originados en su interior, que el niño percibe como displacenteros o desagradables. La madre deberá desarrollar la capacidad para la empatía con su bebé para poder así percibir y atender sus necesidades cuando estas aparezcan en forma de llanto o alguna otra descarga emocional. Para Spitz las  señales afectivas generadas por el ánimo maternal se convierten, por su parte, en una forma de comunicación con su bebé. Estos intercambios  afectivos entre madre e hijo se dan de manera ininterrumpida sin que necesariamente la madre se percate de su existencia.
 Las experiencias investidas de afectividad por las que pasa el infante facilitan el almacenamiento de rastros mnémicos  de las situaciones externas dadas, y esto está muy de acuerdo con lo propuesto por el autor acerca de los dos tipos de percepciones que caracterizan al infante: la organización cenestésica y diacrítica. Donde si la primera se da de manera afectiva, será el único puente que tenga el recién nacido para avanzar hacia la percepción diacrítica intensiva y lograrla.
 No obstante el papel del afecto en el desarrollo de la personalidad, el autor enfatiza la importancia de las frustraciones reiterativas e insistentes que se presentan en este  desarrollo y que obligarán al infante a volverse más activo y responsivo ante su medio. Las frustraciones van implícitas en el desarrollo, sin embargo en la actualidad, se tratan de evitar estas frustraciones al niño por parte de los padres, educadores y psicólogos. En realidad lo que les preocupa no es tanto la conducta del pequeño sino su deseo de evitar sentimientos de culpabilidad conscientes o inconscientes. Para lograr el bienestar del infante son necesarias las frustraciones ya que tienen el papel de comprobar la realidad al infante y esta comprobación es  vital importancia para el desarrollo satisfactorio de su yo.
3era) ESTABLECIMIENTO DEL OBJETO LIBIDINAL: 

La tercera y última etapa es la llamada “el establecimiento del objeto libidinal”:
Para comenzar a hablar de esta etapa Spitz introduce la idea fundamental de la angustia del octavo mes que caracteriza un cambio decisivo en la respuesta del infante hacia los otros.Ahora el infante distingue claramente entre el amigo y el extraño y se produce en él una negativa de entrar en contacto con el desconocido; negativa que el autor califica como un matiz más o menos pronunciado de angustia: “La angustia del octavo mes” que es considerada como la primera manifestación de angustia propiamente dicha.
Ante esto el autor se ve en la necesidad de distinguir en el primer año de vida tres etapas  de  la angustia como tal:
 1) La primera entra dentro de la reacción del infante ante el proceso del parto. Freud habla de esta reacción como un prototipo psicológico de toda angustia que se desarrolle posteriormente. Una semana después de nacido el pequeño muestra manifestaciones de desagrado, sin embargo estas no son catalogadas como angustia, ya que, aunque tengan las características de los estados de tensión psicológica, carecen de significado psicológico.
Alrededor de la octava semana de nacido las manifestaciones de desagrado se hacen cada vez más estructuradas e inteligibles y comienzan a aparecer los primeros matices de angustia.
A medida que las manifestaciones del niño se hacen más inteligibles, las respuestas del medio se hacen más adaptadas a las necesidades que este expresa, y así, en el tercer mes de vida, las huellas mnémicas de ciertas señales dirigidas por el niño hacia el medio queda de una forma codificadas en su aparato psíquico.
 2) Estos rastros mnémicos estarán cada vez más relacionados con matices de afectos agradables y a veces desagradables. Los afectos desagradables, están estructurados de tal manera que su reactivación se enfoca en una conducta específica que podría ser de retraimiento que son representados como “miedo” en relación a una respuesta desagradable por parte del medio. Este es el segundo paso para el establecimiento de la angustia propiamente dicha. Esta reacción de temor es provocada por  la asociación del niño con una experiencia desagradable previa. Cuando el niño vuelve a presenciar la situación que le provoca dichos sentimientos de desagrado, responde con la huida.
 3) La angustia del octavo mes, descripta con anterioridad es enteramente diferente a esta actitud de miedo y huida que caracterizan la segunda fase para el establecimiento de la angustia propiamente dicha. En la reacción ante el desconocido, el niño responde a algo con lo que nunca tuvo antes una experiencia desagradable. Entonces, porqué tal reacción? Spitz asegura que el niño realmente esta respondiendo a la ausencia de la madre. Si reacciona ante un desconocido es porque realmente este no es su madre: su madre “lo ha dejado”. Esta respuesta se da porque el rostro del desconocido no coincide con las huellas mnémicas del rostro de la madre. El infante descubre que este nuevo rostro es diferente y por lo tanto lo rechaza. Este desplazamiento de la catexia a las huellas mnémicas que el niño ha logrado hasta el octavo mes de vida refleja con seguridad el hecho de que  ha logrado establecer una relación de objeto verdadera y que la madre se ha convertido en el “objeto libidinal”, en su objeto amoroso.
 Al mismo tiempo se observa en el niño un cambio al tratar a su medio,  ya utiliza defensas no tan arcaicas y adquiere la capacidad de enjuiciamiento y de decisión. Esto representa un desarrollo del yo en un nivel intelectual superior.
 Esta angustia del octavo mes, como la ha llegado a denominar el autor,  representa también el hecho de que uno de los periodos críticos ha quedado situado en esta etapa. Ahora la forma de reconocimiento y percepción de estímulos negativos externos, y el desagrado mostrado ante estos se vuelve más específico. Esta cristalización de los afectos, junto con la integración del yo y la consolidación de las relaciones objetales son tres procesos que se desarrollan paralelamente y  son partes interdependientes para el desarrollo total de la personalidad en el individuo.
 Quisiera hacer otro paréntesis ante esta afirmación del autor, ya que en un principio, surgió en mi la pregunta de por qué el autor únicamente se enfocaba en el primer año de vida del niño, habiendo experiencias tan significativas y determinantes para la personalidad en los años subsiguientes? Solo hasta este momento esta duda ha quedado resuelta, ya que puedo percibir cómo el autor, sin minimizar ni subestimar la importancia de las siguientes etapas del desarrollo expone los logros que se esperan que una persona alcance en el primer año de vida; logros, que si son manifestados por el infante, serán el puente directo para la obtención del éxito en la etapas posteriores del desarrollo. Incluso marcarán al individuo durante el resto de su vida ya que abarcan esferas de funcionamiento vitales para la estabilidad psicológica y la adaptación del individuo al medio; estas esferas son, como ya las mencionamos, las reacciones afectivas ante el medio (la capacidad de cristalizar los afectos), la integración de las funciones yoicas y el adecuado establecimiento de las relaciones de objeto.
 La angustia manifestada como tal ante un desconocido indica el hecho de que el niño diferencia el semblante materno y le adjudica un lugar único entre todos los demás rostros humanos. Desde entonces y unos meses más adelante, el niño preferirá el rostro de su madre y rechazará todos los otros que difieran de él. Esto es, para el autor, lo que indica el establecimiento del objeto libidinal propiamente dicho. Una vez que el objeto queda establecido, el niño ya no confunde nada con él. Esta exclusividad permite al niño crear vínculos estrechos que otorgan al objeto propiedades únicas e individuales. La angustia del octavo mes es la prueba de que el niño ha encontrado “la pareja con la cual puede formar relaciones de objeto en el verdadero sentido de la palabra” (pág.126).
 Por otro lado, en esta misma etapa  se encuentra una mayor maduración y desarrollo en la organización psíquica de la persona. De este modo se observa un enriquecimiento del yo en diversas fuentes, se establecerán los límites entre el yo y el ello, y el yo y el mundo exterior. En esta integración y estructuración del yo se observará la diferenciación progresiva de la agresión y la libido para luego fusionarse en el mismo objeto.
 Cabe mencionar en este punto que el establecimiento del objeto libidinal y la resultante relación de entre sujeto y objeto, estarán también determinadas por el medio cultural y social que rodean a la díada. Las instituciones culturales desempeñan un papel significativo en la formación de la personalidad. Una de las principales instituciones culturales, la familia, garantiza al infante el establecimiento de una relación entre él y “una sola persona maternante” durante el primer año de vida. Situaciones culturales diferentes tendrán influencias significativas en la edad, fuerza y forma en que se establece el objeto y las relaciones con el mismo.
 Por otro lado el desarrollo y evolución de los impulsos de instintos (libidinal y agresivo), participan también en la formación de relaciones de objeto. Al nacer y durante la etapa de narcisismo primario, dichos impulsos no están diferenciados, esto se logrará a través de un proceso gradual.
 Logran diferenciarse a lo largo de los tres primeros meses de vida como resultado del intercambio entre madre e hijo. Al principio estas experiencias  e intercambios se producen en el sector específico de cada uno de los impulsos, no se funden o conectan unos con otros. Esto resulta en la etapa de preobjeto. A medida que estas etapas avanzan de la fase sin objeto al establecimiento del objeto libidinal el desarrollo avanza y los impulsos se detienen en la satisfacción de las necesidades orales del infante. Como la madre es la que satisface estos deseos del infante, se convierte en el “blanco” de los impulsos agresivos y libidinales, sin embargo, este blanco no es percibido como una persona unificada y permanente, o como “objeto libidinal”.
 En esta etapa de no diferenciación el infante tiene dos objetos: el objeto “bueno” hacia el cual se vuelve la libido y el objeto “malo” contra el cual se vuelca la agresión. Abraham denomina este periodo como la etapa preambivalente. Al principio de esta etapa surge un yo rudimentario que actúa centralmente y que permite descargar el impulso en forma de una acción dirigida que producirá posteriormente la diferenciación entre los impulsos. El niño comienza a diferenciar entre el objeto malo (que no satisface sus necesidades) y el objeto bueno (que si satisface sus necesidades).
 Alrededor de los 6 meses de edad se produce una síntesis, la influencia del yo  y sus tendencias integrativas se sienten en la integración de la huellas mnémicas de experiencias repetidas y por los intercambios del hijo con la madre. Finalmente surge una sola madre (que integra a la madre mala y buena), surge el objeto libidinal propiamente dicho. Llega un momento en que la madre deja de ser percibida como un elemento bueno o malo de acuerdo a la situación específica en que es experimentada y de esta manera atraerá hacia sí los impulsos agresivos del infante y los impulsos libidinales. Es importante aclarar, sin embargo que los aspectos buenos de la madre sobrepasan el peso de los aspectos “malos”, del mismo modo el impulso libidinal del niño, sobrepasa el impulso agresivo. Es así como Spitz percibe el papel que juegan los impulsos en el establecimiento del objeto libidinal y la relación con el mismo.
 Finalmente el autor menciona el acto de la alimentación como un factor de importancia en la relación establecida entre madre e hijo. El se basa en los horarios de alimentación, que representan para el niño las facilidades o limitaciones que le otorga la madre. La madre al otorgar más facilidades, favorece el desarrollo del objeto “bueno”, por el contrario, al limitar en demasía al niño, está favoreciendo el desarrollo del objeto “malo”.
 A lo largo de todo el desarrollo el niño debe estar familiarizado con ambos tipos de relación con su exterior: la relación que facilita (que se vive como recompensa del objeto bueno) y la relación que limita y reprime (que es experiencia da como las fechorías del objeto malo). El hecho de que el infante se enfrente a las limitaciones es inevitable, sin embargo, la compensaciones que da el objeto bueno capacitan al infante a resistir las frustraciones mayores. Esta capacidad de tolerar dichas frustraciones es el origen del principio de realidad y esto es un paso importante para la humanización del individuo, para poder aplazar la satisfacción del impulso y esperar resultados más benéficos debido a este aplazamiento y a esta espera.

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